Por María López
28 Jun

Según estudios científicos recientes, se ha demostrado que existe una estrecha relación entre la piel y el estrés.

El estrés puede afectar de manera significativa la apariencia y la salud de la piel, provocando una serie de problemas dermatológicos como acné, dermatitis, psoriasis, entre otros.
Cuando una persona experimenta altos niveles de estrés, el cuerpo libera una hormona llamada cortisol, que puede desencadenar reacciones inflamatorias en la piel y aumentar la producción de sebo, lo que conduce a la aparición de brotes de acné. Además, el estrés puede debilitar la barrera cutánea, comprometiendo su función de protección frente a agresiones externas y favoreciendo la pérdida de hidratación.
Por otro lado, el estrés también puede empeorar los problemas dermatológicos preexistentes, como la psoriasis o la dermatitis. En estos casos, la ansiedad y la preocupación pueden desencadenar brotes y empeorar la sintomatología de estas enfermedades de la piel

Por lo tanto, es fundamental tener en cuenta 

la relación entre el estrés y la piel y tomar medidas para manejar el estrés de forma adecuada. La práctica de técnicas de relajación, el ejercicio físico regular, una dieta equilibrada y el cuidado adecuado de la piel pueden ayudar a reducir los efectos negativos del estrés en la piel y mantenerla sana y radiante.